Deseo: “el anhelo de satisfacer un sentimiento”.
Si siento hambre, surge el deseo de comer. Si siento atracción por alguien, surge el deseo sexual. ¿Fácil verdad?
Entonces… cuando ya no tengo deseo de acostarme con mi pareja, ¿significa que ya no siento nada hacia ella? ¿significa que el sentimiento de atracción hacia ella ha desaparecido para siempre?
Pues puede que sí y puede que no.
¿Y por qué mi vecina o vecino, o mi compañero o compañera de trabajo me hace “tilín” y me dan ganas de follármelo/la de la misma manera que antes lo sentía por mi pareja y que ahora no? ¿por qué un o una amante me hace sentir vivo/a de nuevo?
Pues a ver, alma de cántaro. Como hemos dicho, el deseo es las ganas de saciar un sentimiento. Lo normal como también hemos dicho, es que tenga deseo sexual cuando me atrae una persona y en este caso, mi pareja. Pero resulta que el ser humano es muy egoísta. Hasta en pareja somos egoístas. Y resulta que confundimos atracción con satisfacción. Y me explico. Ya sea que esté estresado, malhumorado o tenga las hormonas revolucionadas o los huevos cargaditos de amor (quiero decir, la libido alta para ambos sexos) necesito practicar sexo, correrme, descargar… porque las hormonas que se producen en el cerebro al tener el orgasmo me relaja y me hacen sentir bien.
Y ahí está el error. Confundimos la atracción inicial por la pareja (cuando estamos en fase “maripositas en el estómago”) cuando nada nos afecta, cuando todo es maravilloso, cuando no hay conflictos, cuando no hay rutina, etc… con la necesidad de sentirnos bien e igual cuando pasado un tiempo nos invade de nuevo el estrés, el aburrimiento, el enfado, el cansancio… ¿Y qué ocurre entonces? Que dejamos de mirar a nuestra pareja como al principio. Porque nuestro deseo sexual se convierte en satisfacción personal. Buscamos nuestro chute de dopamina, oxitocina y endorfinas para eliminar ese malestar pero… resulta que poco a poco nos acostumbramos y la necesidad de más y más es constante. Y esa cantidad no nos la puede proporcionar nuestra pareja porque no la miramos con deseo, la miramos solamente como la fuente de nuestros propósitos y la excitación que nos producía cuando quedábamos de novietes para follar ya no la siento. Porque soy egoísta y no lo veo. Por eso de repente, ese compañero o compañera de trabajo que me mira y sonríe, que me ha invitado a tomar una caña a solas, me sube la adrenalina. Siento que me va a dar el chute que necesito. Y así ocurre cuando nos acostamos con ellos. Subidón, el polvo de nuestra vida, etc. Pero al poco tiempo, cuando nuestro cerebro quiere más “droga”, ese o esa amante no es suficiente. Incluso pensamos que qué vimos en esa persona, porque no hay vínculo emocional y la desechamos rápidamente. Y al final repetimos la historia. Convirtiéndonos en unos “yonkis” del sexo haciendo nuestra vida completamente insatisfactoria. Nunca lograremos mantener el deseo sexual por la misma persona más de unos meses.
¿Y cómo debo actuar entonces, cómo debería sentir ese deseo, ese sentimiento de atracción?
Pues primero haciendo el amor con tu pareja cuando mejor estás. Cuando estás contento y feliz. Tus niveles de hormonas de la felicidad son altos y producidos por tu cerebro por sí mismos, sin necesidad de un orgasmo. Consigues por un lado que tu cerebro no se vuelva vago y pida un orgasmo para producir esas hormonas y por otro lado consigues no depender del sexo para sentirte bien. Si no por el mero hecho de que te gusta tu pareja.
Yo soy contrario al “polvo de la reconciliación”. Me parece perjudicial. Un horror. Muchas parejas terminan discutiendo a propósito para poder echar un polvo o echar un megapolvo porque sus cerebros reciben un subidón conjunto que no obtienen de otro modo: Orgasmo + mi pareja me perdona. Doble felicidad y mala combinación. Crea dependencia a la pelea. Y primero se hacen las paces para sentirse bien. Para estar en paz y lograr unos niveles normales de felicidad. Y después ya si eso folláis. No os hagáis dependientes. El sexo es placer puro. Placer por placer no placer por recompensa. Nonono.
Lo segundo que tienes que hacer es no dejar nunca de tocar, acariciar y abrazar a tu pareja. Eso producirá que cuando se vayan “las maripositas” sigáis tan unidos o más que al principio. Así siempre producirás una sensación de deseo hacia su piel, hacia su olor, hacia sus besos… Y así cuando decidáis follar, follaréis porque os deseáis el uno al otro, no por sentiros mejor. Porque resulta que ya estáis bien. Y eso os llevará también a no perder el deseo cuando tengáis un mal día o estéis tristes y a que no necesitéis el sexo para sentiros bien en los mismos casos. Follo porque te deseo. Follo porque me encanta cuando gimes, cuando te corres, cuando me miras mientras me practicas sexo oral. Follo porque el placer que obtengo estando contigo es también emocional. Porque cuando te deseo de verdad y no porque te necesite, entra en juego el amor.
Porque es verdad que existe el sexo sin amor. Y está muy bien. No voy a juzgarlo. Pero para mí ese sería el equivalente a la necesidad de la que hemos hablado. Deseo sexual para satisfacción personal. Egoísmo. Es un tipo de deseo que bloquea la energía sexual (por eso solemos arrepentirnos al día siguiente de tener sexo esporádico). Sin embargo, sexo con amor es igual a deseo sexual puro y deseo emocional. Y deseo sexual y emocional significa energía sexual produciéndose a raudales. Y un chorro constante de energía sexual equivale a sanación personal y de pareja. Y una pareja sana, libre y desprendiendo energía sexual por los poros equivale a deseo mutuo permanente.
Así que si quieres mantener el deseo sexual por tu pareja (o recuperarlo) primero mira dentro de ti si necesitas follar o quieres follar. Si necesitas sentirte bien o te gusta estar con tu pareja. En segundo lugar, mira a tu pareja a los ojos, permanece abrazándola antes de dormir todas las noches durante al menos 30 segundos, bésala con ternura, acariciaos mutuamente. Pasead de la mano. Aunque no lo creáis, el contacto físico poco a poco irá despertando la energía sexual y con ella el deseo sexual. Y por último haced el amor, follaos el uno al otro, pero siempre cuando os encontréis felices, en paz, tranquilos… y nunca se os acabará.
¡Sed sexitiv@s!
Ese polvo de reconciliación me ha recordado al concepto de tener un hijo para mitigar los problemas de pareja: ¡craso error!
En cuanto a este egoísmo, Sergio, te doy una visión distinta, al menos desde el punto de vista de mujer. La vorágine diaria provoca unas prioridades laborales, profesionales o familiares que quizás deban ser compartidas con lo cual no hay egoísmo, sino una necesidad de compartir cargas que si deja tiempo para gozar del sexo, fantástico, pero si no es así, ambos se quedan con las ganas. Está claro que si esta abstinencia dura demasiado, algo puede pasar, ya sea en forma de deterioro de la pareja o en búsqueda de algo fuera, aunque esta opción en el caso de falta de tiempo queda bastante alejada de la realidad.
Nunca se había hablado tanto de la falta de buen sexo como ahora y considero que va unido a la falta de tiempo pero por encima de todo, del relax mental y físico. Si obturamos estas vías es imposible que las sexuales fluyan.
Es la opinión de una mujer que sufre este colapso desde que trabaja y escribe a la vez.
Por suerte, nuestros ojos no dejan de mirarse, las manos de rozarse y los encuentros de sonreír, pero al llegar a la cama las caricias acaban en un sueño profundo de necesidad absoluta para recuperar el cuerpo del cansancio…
Una entrada para recordar día a día, Sergio. Bs
Gracias Carme por tu comentario y dar tu opinión. Realmente no me refería a la abstinencia a causa de la vida tan caótica que a veces llevamos, sino al egoismo a la hora de hacer el amor. O sea, que follamos pensando sólo en «desahogarnos» en lugar de follar por deseo hacia nuestra pareja. De todos modos, lo que tu planteas es también muy común en las parejas y tema de terapia igualmente. Gracias de nuevo. Un fuerte abrazo!