Una buena amiga mía tiene razón. Sólo se escriben artículos para los hombres sobre cómo ser un buen amante con las mujeres, cómo masturbar a una mujer, cómo practicar el mejor cunnilingus del mundo, cómo seducir a una mujer… en definitiva, realmente sólo se escribe para reforzar el falocentrismo del que tanto se critica y se protesta.
Por mucho que se insista a los hombres en esos artículos a ser gentiles, delicados, sensibles, etc, al final todo se basa en sus egos. Y eso no mejora el machismo en el sexo. Que a veces está bien “tocar” el ego masculino para conseguir determinado objetivo en la cama y que la mujer logre disfrutar de un buen encuentro sexual, pero bajo mi opinión, tantas guías de superamantes no son buenas, pues reducen la comunicación entre la pareja ya que él, sabe todo lo que tiene que saber. Amén de posibles (y más que probables) frustraciones (por ambas partes) por no lograr todos esos orgasmos que prometían esas guías si las seguía al pie de la letra.
Todo esto por un lado. Y por otro lado (también observado por esta amiga mía), tampoco existen muchos artículos de cómo ser una buena amante con un hombre, y los que hay son muy parecidos entre ellos y pobres en contenido (al menos los que he podido leer mientras investigaba el asunto).
Sin embargo, a la mujer se le invita una y otra vez a sanar su sexualidad, a abrirse al placer, vencer sus miedos, dejarse llevar, fluir y disfrutar de cada caricia, cada penetración, cada lametazo de su pareja sin pensar en el orgasmo o si llegará. Que eso no es lo importante. Que lo importante es participar.
Así que tenemos al hombre al que se le “enseña” cómo debe dar placer a la mujer y a la mujer, a la que se le “enseña” a conformarse con el resultado. Porque por mucho que se insista al hombre en que debe preguntar, ser delicado, dejar que ella le guíe… (Que sí, que eso está muy bien la verdad) y a ella en que primero debe tocarse, conocer su cuerpo, controlar sus orgasmos… (Que también está muy bien, oiga) al final, juntando ambas partes, termina siendo lo mismo que llevamos viendo a lo largo de la historia. El mismo cuento con otra portada. Y es por eso quizás, que esté proliferando tanto el interés por el tantra. Por la necesidad de muchas parejas de aprender a disfrutar del sexo recíprocamente.
Si a la mujer se le insiste en conocer su cuerpo, su placer y disfrutar de lo que le haga su pareja, guiarla y no esperar nada concreto en cada encuentro sexual… ¿Por qué no hacer lo mismo con el hombre? ¿Por qué no más guías en ese sentido para ellos?
Hasta hace unos años, no se daba importancia al placer y los orgasmos de la mujer, por lo que el hombre, al que se le hacía sabedor innato de todo lo que se tenía que saber sobre el sexo en pareja, si no lograba que su mujer se corriera, era culpa de ella. Y por otro lado, como el orgasmo del hombre llega al eyacular, nunca se preocuparon de buscar placer y disfrutar de otras maneras. Y por supuesto, cuanto antes lo lograra, antes podría descansar o dedicarse a otra cosa.
En la actualidad, sí se le da importancia al placer femenino. Se reivindica, se tacha al hombre que no lo busca de egoísta y mal amante. Son objeto de burla o se rechazan a aquellos que se corren rápido y no “esperan” a su pareja. Se les da cientos de consejos para hacer que una mujer disfrute en sus manos… y al final, su única manera de obtener placer sigue siendo la eyaculación. Con el añadido de problemas de erección, pues ahora se le “obliga” a durar hasta el infinito y más allá, generando presión y quizás menos placer cuando logra eyacular.
Protestamos que el hombre es falocentrista y machista, que sólo piensa en una cosa en la cama… pero, ¿Acaso se le ha enseñado otra cosa? Mirando los dos ejemplos anteriores, lo único que ha cambiado en la historia es que la mujer también puede y quiere tener orgasmos y disfrutar del sexo. Pero al hombre se le sigue considerando “responsable” de saber ser un buen amante (porque aunque a la mujer se le responsabilice de conocer su propio placer esto sólo aumenta la presión social sobre el hombre) y a que su placer viene con la eyaculación.
Por eso, cuando una mujer intenta satisfacer al hombre, acariciarle, darle placer sin límite ni tiempo, el hombre se frustra cuando no le llega la eyaculación pronto, o se enfada, o piensa que esa mujer no sabe hacérselo. Incluso puede que en algún momento pierda la erección (cosa normal y nada preocupante) pero que en ese momento le afecta y le quitan las ganas de seguir jugando, porque él “necesita” correrse.
Así que serían necesarios más artículos sobre cómo ser capaz de recibir placer. Dejarse llevar, dejar que sea la pareja la que se coloque encima y disfrutar de las caricias, besos, mordiscos… no pensar en la erección. Si se baja, que se baje. Si tarda en volver a subir, que tarde. Hay que concentrarse en el placer que te regala tu pareja. Los genitales deberían ser los últimos en ser tocados. No hay prisa por llegar al orgasmo. De hecho, puede surgir la eyaculación sin que haya una estimulación directa del pene, y eso no significa que te hayas vuelto eyaculador precoz. Significa que estás logrando disfrutar a otro nivel, sin necesidad de la penetración únicamente.
En definitiva, cualquier consejo o artículo sobre cómo ser un buen amante, debería no tener género. Porque tan sólo nos diferencia la forma de los genitales. Porque si ambos miembros de la pareja se quitaran las máscaras, los miedos y decidieran mediante la comunicación antes, durante y después de practicar sexo dejarse llevar, fluir, experimentar y hacer más caso a sus propios cuerpos y gustos que a otra cosa, alcanzarían cotas de placer muy altas. Juntos. Sin expectativas. Sin creencias ni mitos. Sólo sentir.
Y por supuesto… ¡sed sexitiv@s!