Mucho se habla y se debate sobre el tamaño del pene, si es mejor más largo que ancho, más ancho que largo, las dos cosas («burro grande ande o no ande»), a partir de qué centímetros se considera grande, qué tipo de pene prefieren las mujeres, cuál es mejor para un polvo de una noche y un largo etcétera. Pero pocas veces se ha hablado o debatido sobre el tamaño del clítoris.
Yo quiero hacerlo hoy pero desde el punto de vista de la Terapia Sexitiva, advirtiendo que puedo caer en error, pues tan sólo será una visión basada en mi experiencia con la energía sexual y en las mujeres que han acudido a sesión conmigo. Y quiero hablar de ello porque no son pocas las mujeres que han requerido de mis masajes de sanación sexual porque (aunque a alguna mujer le pueda parecer increíble) no conseguían o les costaba muchísimo trabajo llegar al orgasmo a través de la estimulación del clítoris. Y muchas de ellas me preguntaban: ¿El tamaño del clítoris influye en el placer? ¿importa el tamaño?
Pues no. En mi opinión y por mi amplia experiencia, rotundamente no. Porque no todas las mujeres que acuden a darse un masaje sexual y les cuesta llegar al orgasmo a través del clítoris, tienen el clítoris pequeño. De hecho han sido mujeres con clítoris de tamaños y formas muy distintos. Pero si el tamaño no influye, ¿por qué ocurre esto? Pues la respuesta está en los tabúes, en la educación tanto familiar como religiosa e incluso en la influencia de la sociedad: A diferencia del hombre el cual su pene es externo e invita a la autoexploración, los genitales femeninos están más ocultos (tapados en algunos casos totalmente por los labios externos) y no invitan tanto al tocamiento, amén de los comentarios y represiones que suelen sufrir las mujeres cuando son jóvenes y se tocan, como si su coño fuera radioactivo. Y todo esto provoca una falta de autoconocimiento del propio sexo y miedo a tocarse y explorarse. Y si además se tiene una única pareja sexual en toda la vida, o que la pareja o parejas sexuales sean egoístas y poco altruistas sexualmente hablando, también puede influir en algunos casos.
Casi todas las mujeres que me han consultado, creen que la culpa es de ellas, del tamaño de su clítoris, y se han resignado durante años a creer que no han sido agraciadas con la suerte de disfrutar del sexo y de un buen orgasmo como el resto de sus amigas. Y ojo que hablamos del clítoris, no del punto G ni de orgasmos vaginales…
El clítoris posee más de 8000 terminaciones nerviosas (el doble que en un pene) todas dispuestas y preparadas exclusivamente para el placer femenino. No importa el tamaño, el número de terminaciones nerviosas no varía además de que lo que «asoma» es sólo la punta del iceberg. Así pues, siempre y cuando no haya ningún problema ginecológico o fisiológico descartado por un profesional, se trata de un bloqueo mental («Yo no puedo», «yo no soy como las demás», «mi clítoris es pequeño») que ha creado a su vez un bloqueo energético en la zona de la vulva que a su vez genera más bloqueo mental («lo ves, yo no puedo, es imposible») y que afecta poco a poco a lo emocional (apatía, falta de deseo sexual, tristeza, infelicidad…)
Y algunas mujeres no sólo se ven afectadas por anorgasmia, sino que también suelen reflejar hipersensibilidad en el clítoris o dolor que impide su estimulación directa y duradera. Algo que agrava aún más los bloqueos.
¿Y se puede desbloquear? ¿Una mujer que lleva años creyendo que no puede tener orgasmos puede comenzar a tenerlos? Pues sí. El masaje es una técnica muy recomendable a través de la cual se puede conseguir sin demasiado esfuerzo. Sea con un masajista sea con la pareja la idea es, como he comentado en otras entradas, la de dejarse llevar, desconectar de todo y sentir tu propio cuerpo; cada toque de mano, cada pase, cada sensación creada y provocada. El masaje consiste en llevar la excitación hasta los límites, dejar el clítoris para el final y tocarlo cuando menos se lo espera la mujer pero más lo ansía, y con delicadeza, suavemente alrededor, utilizando lubricantes para evitar la irritación y ayudándose de la otra mano para seguir acariciando los pezones, el abdomen, la entrada de la vagina… Desconectando la mente de los pensamientos que nos impiden sentir el placer, masajeando bien toda la zona glútea y pélvica, dedicando una hora completa a tocar, explorar, sentir, provocar, masajear, acariciar… causaremos que toda la energía sexual fluya libremente y permitirá que se libere, rompiendo todos y cada uno de los bloqueos, provocando el orgasmo y la convicción contraria: «El tamaño no importa; sí puedo tener orgasmos».
Lo importante es conocerse a sí misma, explorarse: Saber cómo y qué te gusta, dejarse llevar y no pensar en nada más que en disfrutar. Olvídate de si vas a ir al infierno por tocarte o correrte. Tu placer es tuyo. Cuando el orgasmo no sea el objetivo, llegará.
¡Sé Sexitiva!