En los talleres que imparto junto a mi amiga y compañera Ana Lombardía (Psicóloga y sexóloga de Sexoenlapiel) al salir el tema sobre si mi pareja es malo o mala en la cama, ella siempre dice:
«Unas y otros, somos las únicas personas responsables de nuestro propio placer y nuestro orgasmo. Somos responsables de conocer nuestro cuerpo; de saber dónde y cómo nos gusta que nos toquen; dónde sentimos más placer y cómo lo sentimos. Y si no obtenemos placer y/o el orgasmo estando con otra persona, es nuestra responsabilidad indicar y guiar a esa persona a nuestros puntos de placer. Y si no sabe cómo estimular esos puntos, es nuestra responsabilidad enseñarla. Y si no quiere, es nuestra responsabilidad cambiar de pareja.»
Y la verdad, es una verdad tan grande como un pino (valga la redundancia). Es incoherente e inmaduro pensar que nuestro placer no es responsabilidad de uno o una misma. Y si estás leyendo esto, no vale volver a decir «es que mi pareja no sabe darme placer» (Otra cosa es el grado de placer, del que hablaré más abajo).
Buscar el placer propio; desarrollar la sensibilidad y la sensualidad; comunicar lo que nos gusta y casi más importante, lo que no nos gusta; llegar a tener orgasmos maravillosos y disfrutar de nuestra sexualidad sin compararse con nadie. Todo esto depende exclusivamente de una misma (y uno mismo). Hasta aquí creo que está claro ¿verdad? Y supongo que la mayoría lo habréis escuchado ya bastantes veces. Y para muchas y muchos ser consciente de esto es una maravilla y logran disfrutar sin frustraciones nunca más y felices.
Pero… y aquí viene mi pensamiento contrario a la responsabilidad del propio placer… qué pasa si a pesar de ser una persona responsable y conocer mi placer, masturbarme de todas las formas posibles (lento, rápido, suave, intenso, con vibración, sin ella, con la mano, con juguetes, con la ducha…), comunicar a mi(s) pareja(s) lo que me gusta y cómo me gusta, tomar el control, dejarme llevar, y un largo etcétera sexual, no logro sentir ni correrme de manera tan intensa y placentera con alguien, como lo logro a solas. Y además, tampoco es que a solas logre llegar muy lejos o conseguir lo que consiguen otras personas. Mola, desahoga, pero no es tan guay como lo pintan. Es más intenso a veces la excitación previa, las ganas de follar, que el propio placer que obtengo después. Hasta tal punto, que nos planteamos si merece la pena seguir teniendo sexo.
«Si no obtengo más, a pesar de ser responsable de mi placer y comunicativa y obtener dedicación y esfuerzo por parte de mi pareja, es que seré así. Ése será mi limite» pensaremos en ocasiones. Por lo que cambiar de pareja no es una opción. Y algunas veces seremos capaces de aprender a disfrutar de ese límite y otras veces nos resignaremos para que la frustración no nos mate de ansiedad.
Y otro pero. ¿Qué pasa cuando tenemos la suerte de conocer a una persona que sobrepasa por miles de kilómetros ese límite de placer que creíamos nuestro? ¿Cuando experimentamos un placer y un/os orgasmo/s nunca antes sentido?
Pues a parte de querer ponerle un piso o secuestrarle, indica la importancia de un buen amante. Y un buen amante no es el que se sabe el Kamasutra de principio a fin, ni al que le gusta hacer un despliegue de técnicas aprendidas en internet, El verdadero amante es el que es capaz de llevarte siempre más allá y enseñarte el callejero de Cuenca sin darte cuenta.
Es importante conocerse, masturbarse, experimentar, etc pero existen a veces topes que no logramos vencer (ni conocer) hasta que no conocemos a un buen amante y creeremos que ese es nuestro límite de placer. Lo malo es que a veces, por muy conscientes y responsables de nuestro placer que seamos, después de conocer a ese amante, no logramos alcanzar de nuevo con otra persona ese placer obtenido (y tan maravilloso). Pero al menos nos motiva a seguir buscando, explorando nuestro cuerpo y placer y experimentando (que es lo más bonito del sexo).
Y en este caso, exigir a tu pareja no es malo ni irresponsable, Tu responsabilidad es conocerte, saber dónde y cómo te gusta, saber llegar al orgasmo, sentir y comunicar, pero superar tus límites del placer, a veces, depende de un buen amante. Y la de tu pareja es serlo. He dicho. Si eres responsable, tienes todo el derecho del mundo a exigir y quejarte.
Pero los buenos amantes no son fauna extinta ni seres mitológicos. Como las meigas, haberlos, haylos. Y al igual que aprendes de tu propio placer, se puede aprender del placer de la otra persona.
En el próximo post: La responsabilidad de ser un buen amante.
¡Sed Sexitivxs y lograreis el mayor placer!
Lo importante es conocerse uno mismo, porque si no sabes lo que te gusta y cómo conseguirlo, dificilmente puedes guiar a otro. Por muy buen amante que seas, cada persona es un mundo y lo que me puede poner a cien a mí, no le produce ni frío ni calor a mi vecina, por ejemplo…
¿Hay buenos amantes? Por supuesto. ¿Es importante tener un buen amante? Claro, de la misma manera que tener un amante que no te satisface es de lo más frustante. Pero recuerda, que para bien y para mal, el placer comienza en uno mismo.
Un saludo
Y acaso no dice eso el artículo? Me parece que en la primera parte lo dejo bien claro. Y la importancia de un buen amante, y también lo señalo en el mismo artículo (justo después de decir lo importante de conocer bien tu propio placer) es cuando existe algún tipo de bloqueo que te impide lograr conocer bien tu placer. Un buen amante es el que te desconecta y te permite seguir conociendo tu cuerpo y tus límites. Pero de eso ya hablaré en otro post.
Tanto para bien o para mal, no todo el mundo tiene la fortuna de crecer y desarrollarse libre para conocer y explorar su sexualidad sin trabas, tabues y represiones (amén de traumas por abusos y otros).
Un saludo,
Sólo quería resaltar la idea de que el placer comienza en uno mismo, mi intención no era contadecir el artículo porque, entre otras cosas, no hay nada que contradecir.
Un saludo.
Mi intención tampoco era contrariarte. De hecho estoy muy de acuerdo contigo y agradecido por comentar y exponer tu opinión. Todas las opiniones nunca son contrarias, solo complementarias. Yo solo queria hacerte ver que insistí en ese punto antes de entrar en el tema «amante».
Gracias de nuevo por escribir. (no te enfades :-*)
Todo aclarado pues y tranquilo, no me he enfandado, sólo quería aclarar mi respuesta.
Besicos
Me gusta tu posts Sergio. Primero hacer saber con sensibilidad y dulzura aquello que sabemos que nos estimula más, y por qué no? también lo contrario.
Comunicación. Esa es la palabra.
No es que se trate de sentar un decálogo pero el lenguaje no verbal puede ayudar mucho al principio. Cuando ya reina la confianza, será cuando lleguen las palabras.
Carla Mila.
Muchas gracias Carla, por tu comentario. Tienes razón, la palabra clave es comunicación. Un saludo!
Yo me voy a centrar en la última parte del texto para mi comentario.
He de decir que me conozco perfectamente y que disfruto muchísimo de mi sexualidad, pero es cierto que aunque creas que conoces tus límites y estés satisfecha, a veces aparece alguien que te demuestra que se puede ir mucho más lejos. En mi caso concretamente creo que fue más por el morbo de la situación y el status de mi amante, es decir, dependía más de mí cabeza que de su «sabiduría» y buen hacer, aunque tengo que decir también era buenísimo como amante.
Y ahí viene el problema porque cuando esa persona ya no está, al principio y durante bastante tiempo sientes la necesidad de sentir con la misma intensidad y como eso no ocurre te frustras y empiezas a perder el interés en el sexo.
Yo soy lo que denominan como sapiosexual, lo que me pone es la inteligencia y la sensibilidad en el género masculino, el físico no me importa tanto. Pero creo que sí se puede aprender a convivir con este nivel de exigencia, sacando cada día más partido a las fantasías sexuales cuando la pareja no puede alcanzar el nivel que una necesita.