La Terapia Sexitiva

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  • Vitamina Zen. Calle Moratines,23 (Madrid)
  • Los Placeres de Lola. Calle doctor Fourquet, 34 (Madrid)

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Introducción (extraída del libro)

Vivimos en una época de liberación y reivindicación de la sexualidad –al menos en la cultura occidental europea–. Podría decirse que a día de hoy se ha conseguido, de forma general y en muchas sociedades, una apertura donde el ser humano puede expresar sus gustos, preferencias y placer sin contar con la aprobación de nadie y sin ser castigado por ello. Y esto no sólo es algo de nuestra generación, puesto que algunas personas de generaciones anteriores se han subido también al carro de la libertad sexual. Sin embargo, muchas personas aún tienen una relación de culpa, ansiedad y vergüenza con su sexualidad. Les cuesta manifestar su propia energía sexual y disfrutarla.

Esto es debido al sistema de creencias patriarcales que lleva instaurado en la sociedad desde hace aproximadamente cuatro mil años. Este sistema reprime a la mujer, relegándola a un segundo plano y condenando su sexualidad, pero también presiona y esclaviza al hombre para que cumpla unas expectativas que no le corresponden ni le hacen sentirse a gusto.

En el caso de la mujer que vive bajo estas creencias, se olvida de sí misma, de su placer y su sexualidad. Vive entregada a su pareja o a sus rutinas, convirtiéndose en una esclava de su propia vida, y sin darse cuenta el amor hacia su pareja se hace dañino, volviéndose también contra ella. Ahí es cuando sus ovarios, su útero, su vagina y su vulva gritan en forma de disfunciones sexuales, problemas ginecológicos, bloqueos emocionales… En el caso de mujeres sin pareja, estas creencias la apartan de establecer una relación por miedo a perder su independencia y la vuelven exigente para no comprometerse, lo que lleva a los mismos bloqueos y disfunciones.

Esta forma de vida donde la mujer ha estado siempre sometida a las decisiones del hombre, ya se trate de una pareja, de un padre o del entorno, acallando sus propios deseos, constriñe la energía sexual y provoca una especie de violencia interna que suele manifestarse hacia los hijos, la pareja y ella misma –chillar y regañar constantemente, descuidar su salud y aspecto físico, recriminar cualquier cosa, etc.–.

En mayor o menor medida, estas personas viven en una constante y profunda tristeza y en una ansiedad que nunca se calma. Y, en algunos casos, cuando sienten el impulso de hacer realidad sus deseos más internos, se ven asediadas por la culpa o la vergüenza. Así, con el objetivo de sentirse bien, aparecen el deseo de comprar compulsivamente, el descontrol con la comida, la obsesión por el culto al cuerpo, el ego –en forma de victimismo o necesidad de ser el centro de atención–, la necesidad de entregarse a los demás para poder recibir después favores y/o halagos… pero nada de todo esto llega a calmar esas sensaciones durante mucho tiempo, por lo que se vuelve a empezar.

También se manifiestan algunas disfunciones sexuales como la falta de deseo, la anorgasmia o dificultad de llegar al orgasmo, la insatisfacción, el vaginismo y la hipertonía vaginal, las menstruaciones irregulares, la endometriosis, los pólipos, la dispareunia, la hipersensibilidad o dolor al contacto con el clítoris, la insensibilidad o la imposibilidad de sentir placer.

Para muchas mujeres, el orgasmo vaginal y el punto G son un misterio indescifrable que lleva a la frustración o la resignación, pero esta imposibilidad no es otra cosa que el rechazo inconsciente o el miedo a vivir la sexualidad libremente. El peso del temor a ser considerada una «guarra» –un arquetipo que todavía hace mucho daño– lleva a vivir esa sexualidad de forma reprimida.

 

En el caso del hombre, aunque en un principio parezca que estas creencias le favorecen, también le hacen olvidarse de su capacidad de sentir y disfrutar de la sexualidad con plenitud. Vive bajo la exigencia de conocer el placer de la mujer, provocarle orgasmos y ser el mejor amante, y sin darse cuenta sufre un conflicto entre lo que quiere y desea y lo que «debe hacer». Da por sentada las cosas y, cuando no salen como «se supone que deben ser», se frustra, se encoleriza e intenta imponerse a su pareja –adoptando el papel que le otorga la sociedad patriarcal– para no enfrentarse a sus miedos y evitar parecer vulnerable o ignorante. Y ahí es cuando sus genitales protestan –igual que en el caso de la mujer– en forma de problemas de erección, eyaculación precoz o retardada, hipersensibilidad del glande, dolor en la penetración…

Esta forma de vida donde el hombre siempre ha tenido que ser el «protector» de la mujer y la familia, sin posibilidad de error en sus decisiones unilaterales, bloquea la energía sexual y provoca una especie de violencia interna que, en un principio, suele manifestarse hacia sí mismo, cayendo en el alcohol, las drogas o la infidelidad a sus creencias.

Por otro lado, estas mismas creencias le presionan para que construya una imagen de sí mismo en base a roles preconfigurados e imposibles de alcanzar y que distan mucho de lo que desea y siente, pero que se ve «obligado» a cumplir. La fijación por ser el «macho alfa» bloquea la energía sexual masculina provocando una pérdida de la conciencia emocional y sentimental y causando que se viva una sexualidad sin plenitud e insatisfactoria.

El patriarcado ha alimentado a la sociedad con mitos, tabúes y creencias sexuales que hasta hace poco no se cuestionaban y mucho menos importaban, lo que ha hecho que la sexualidad se viva de modo confuso y limitado.

Liberando la energía sexual, se pueden sanar estos bloqueos emocionales y sexuales, desencadenando una conciencia plena del propio cuerpo, la aceptación de la feminidad, el descubrimiento de la auténtica masculinidad, el reencuentro con la verdadera esencia y el permiso para amarse y respetarse tal como uno es.

La Terapia Sexitiva es una sanación sexual y emocional que permite esta liberación. Su objetivo es quitarle poder a la mente y despertar la conciencia para salir del laberinto de pensamientos en el que solemos estar sumidos.

La sanación sexual trabaja con los flujos energéticos que recorren cada centímetro de nuestro cuerpo y nuestra piel, tanto interna como externamente, por lo que es posible activarla, sentirla y dirigirla posando nuestras manos en cualquier parte. En la Terapia Sexitiva, la apertura y liberación de la energía sexual hace que ésta se expanda, desbloquee la mente y cree una conexión con las emociones y el cuerpo. Crea una armonía entre mente, emociones y subconsciente de manera que ninguna predomine sobre las otras y siempre estén en equilibrio.  Como hemos dicho, vivimos con los ojos tapados, programados y automatizados. Hemos de quitarnos la venda y tomar conciencia de nosotros mismos y nuestras acciones.

La Terapia Sexitiva nace con la intención de:

1)      Romper los tabúes, prejuicios, mitos y estereotipos en torno a la sexualidad para despertar, desarrollar y expandir la energía sexual.

2)      Sanar todas las memorias de sufrimiento y dolor, rememorando las vivencias que nos bloquean.

3)      Romper las barreras emocionales que impiden disfrutar la sexualidad y la vida con conciencia, plenitud y amor incondicional.

El propósito de este libro es servir de guía y enseñar la teoría y la práctica aplicada de la Terapia Sexitiva, explicando de la manera más sencilla y directa posible qué es la energía sexual y cómo funciona el masaje ante las principales disfunciones sexuales y los bloqueos más importantes con los que me he encontrado como Sexcoach y terapeuta. Me gustaría mostrar un camino que ayude a reconectarse con uno mismo, tomar conciencia y cambiar todo cuanto necesitemos para disfrutar de una vida afectivo-sexual plena.