¿Es una necesidad? ¿Una forma de expresión corporal? ¿Sentimental? ¿Un deseo irrefrenable? ¿Una muestra de amor? ¿Diversión? ¿Placer por placer?

Las conclusiones a las que he llegado, es que el sexo para la mayoría, y me refiero a la mayoría de las personas de mi entorno profesional, que no quiero generalizar (aunque el sentimiento de que es algo global está ahí, solo que no lo afirmo porque no tengo datos para demostrarlo) es algo que hay que esconder.

Qué es el Sexo?

Hace unos días lancé tanto por tuiter como por facebook la pregunta que titula este artículo “¿qué es el sexo para tí?” con el hastag #ElSexoParaMíEs y a continuación dieran su respuesta. Aunque tengo bastantes seguidores en las redes sociales, no puedo presumir de un número importante de fieles que interactúen conmigo o mis publicaciones (casi todas relacionadas con la sexualidad) pero aún así son suficientes (o eso creo yo) para que sólo me contestaran apenas cinco personas.

La conclusión que saco de esta experiencia junto con mis consultas y terapias privadas, talleres grupales y cursos, no es que sea un fantasma virtual al que nadie parece ver (pues me consta que son unos cientos los que leen puntualmente Crónicas Sexitivas) sino que para ellos el sexo es algo que los demás pueden utilizar para señalarlos.

Yo pretendía realizar un resumen de todas esas respuestas ingeniosas, bonitas o picantes sobre lo que el sexo es para cada una de las personas, pues supongo que según las experiencias, deseos y fantasías cada persona lo ve y vive de una manera muy particular. Pero sin embargo toca hablar de los miedos. El miedo a que nos juzguen por disfrutar del sexo, o porque nuestros gustos no entren dentro de lo “normal”, o porque puedan reirse de mí por cómo lo siento, etc…

Y al final, el sexo se convierte en algo oscuro que cuesta hasta en la intimidad desarrollar y disfrutar. En mis talleres, siempre hay alguien que saca la pregunta de si esto o aquello es “normal” y a partir de ahí sale una mini mesa redonda donde los demás exponen sus dudas también. Y lo que todos demuestran tener en común es el miedo a que lo que practican, sueñan hacer o desean que les hagan no sea lo que la sociedad acepta como normal…

Somos capaces de tolerar cómo una persona grita a su pareja en medio de la calle o a sus hijos (que también suele ser frecuente) y se insulten incluso, pero ante unos pechos femeninos en la playa todavía hay personas que se escandalizan porque “hay menores” (cuando a la persona a la que le molesta es ella misma). O a una pareja besarse también (por no hablar si esa pareja es del mismo sexo).

Nos dejamos arrastrar aún demasiado por las normas que dicta la sociedad y eso nos arrastra a una sexualidad pobre, gris y rutinaria. Nos cuesta hablar en grupo de nuestros gustos o prácticas y sólo hablamos de sexo en público para hacer un chiste o intentar quedar bien.

Y por culpa de esto tampoco nos planteamos casi nada. Directamente escuchamos lo que venden los medios de comunicación, que es cómo ser un gran amante y un “machote” en la cama para que las mujeres se tiren a tus pies y cómo ser una diosa y una gran “zorra” para que te supliquen los hombres matrimonio… triste, gracioso para otros, pero es cierto y una realidad cada vez más extendida.

Nos asusta mucho hablar de sexo y aunque tenemos inquietudes y ganas de poder preguntar o simplemente contar una experiencia fabulosa, no lo hacemos por si se entera mi madre, mi vecino, los compañeros del trabajo, etc… (y aquí omito la vergüenza por expresarlo que esa es otra) como si el sexo fuera algo que no existiera o que no debiera existir, por no hablar de lo pecaminoso que parece disfrutarlo… y al final sólo conseguimos frustraciones, alimentar las dudas cada vez más, disfunciones sexuales, más miedos o sentimientos de culpa muy fuertes.

Pues señores sexitivos y señoras sexitivas… el bienestar, el disfrute, el gozo, el placer, el orgasmo ni es pecado ni es motivo de autoflagelación (a no ser que te mole claro).

Preguntar, experimentar, comunicar, fantasear y llevar a cabo deseos sexuales resulta que enriquece el alma, la mente y el cuerpo serrano.

#ElSexoParaMíEs (para las personas que han querido colaborar en este post):

Sentir, escuchar tu cuerpo, tus emociones, dar rienda suelta a tus deseos, respeto, comunicación, juego, libertad, intimidad, complicidad, conexión, amor llevado a lo físico, gustirrinín, entregarte a otra persona y disfrutarlo, una montaña de sensaciones y sentimientos a flor de piel, diversión, una liberación holística (emocional, física, mental y espiritual), sensación de necesidad fisiológica, curiosidad entre dos cuerpos, una puerta para sacar la pasión y la creatividad…

ya sea en pareja, en solitario o en grupo.

Y a todo esto, añádele lo que tú opines. Porque lo bonito del sexo es que (para mí personalmente) es como la energía, algo que se transforma y siente de manera diferente según la persona y el estado de ánimo de cada uno en cada momento de su vida.

Disfrútala sin miedo, sea como sea. Crece, experiméntala y vívela. Y si se escandalizan… ¡mándales a follar!

¡Sed sexitiv@s criaturas!