Testimonio: Mi útero y yo
Llevo un par de meses preparando mi TFM (trabajo fin de máster) con voluntarias que acuden una vez por semana a mi consulta. Es un estudio basado en el útero y en su influencia en el placer y el dolor menstrual. Consiste en un masaje directo del cérvix e indirecto a través de éste y el abdomen, del útero. Esta técnica es el enfoque principal de mi TFM y desarrollado para conseguir que después cualquier mujer que lo desee, pueda aplicárselo a sí misma o haciéndoselo su pareja.
Por cierto, esta técnica, ya en su fase final, la aplicaremos Ana Lombardía y yo en el círculo de autodescubrimiento erótico que impartiremos el 23 de junio.
La cuestión es que creí que de forma más subjetiva, pero quizás eficaz, ayudara también a preparar al útero para facilitar un embarazo. Aunque es difícil de demostrar, busqué voluntarias que cumplieran unos requisitos y tuve suerte de encontrar a una mujer dispuesta. Sin embargo, el efecto del masaje cervical (cuello del útero) ha sido más profundo de lo esperado.
Así que os dejo su testimonio, emotivo y bello por igual.
Testimonio
«“R” no paraba de insistir en que probáramos cosas nuevas, llevaba dándome la matraca dos semanas y la verdad que le vi con tantas ganas que me daba palo decirle que no, además me estaba vendiendo la moto de que era un “masajillo” sin más, al fin y al cabo ¿qué podía pasar?
No atravesábamos nuestro mejor momento sexualmente hablando. Tras ocho años de relación, el sexo se había convertido en, como dice Sergio, el a, b, c más aburrido y mecánico que uno se pueda imaginar. Los tres últimos años sumergidos en la búsqueda “del bebé” tampoco estaban ayudando a que la relación prosperara.
El cansancio rutinario, los avatares de la vida, el exceso de trabajo, etc., estaban haciendo mella en la relación, que cada vez se iba deteriorando un poquito más y como costumbre se implantó en nuestras vidas, la desgana, el pasotismo y la inapetencia sexual. Teníamos perdido el deseo y follar se había convertido en una obligación casi forzada para conseguir nuestro objetivo. Nos acostumbramos a dejar de lado el placer, la diversión, el sentir, el experimentar e incluso el amor.
Siempre me he sentido muy sexual, me ha gustado y me gusta el sexo, y esta experiencia, a la que ni siquiera sabíamos que nos íbamos a encarar, fue un antes y un después, especialmente en mi vida sexual y sobre todo como mujer.
A partir de aquí comenzó la cascada de sucesos que lo cambiarían todo.
Sergio fue nuestra casualidad. Conocimos a Sergio en uno de los talleres de masaje erótico de los que imparte en Madrid.
El taller como su propio nombre indica era “erótico”, pero claro a nosotros, eso de que acabáramos “en pelotas” en medio de una sala con más gente a darnos masajitos por nuestras partes erógenas, ni se nos había pasado por la cabeza. La teoría transcurrió sin mayor problema hasta que llegamos a la parte práctica, cuando nos dicen que hay que desnudarse para el masaje, ahí nos miramos como diciendo, pero ¿en serio hay que despelotarse? En defensa de tal situación nos refugiamos en la risa y parte del tiempo dedicado a masajearnos lo invertimos en hablarnos con la mirada describiendo semejante situación.
Al final del taller, tras las conversaciones abiertas que tuvimos a lo largo de la mañana y hacer evidente nuestro deseo de embarazo sin resultado y lo que eso nos estaba suponiendo sobre todo sexualmente como pareja, nos comentó Sergio que iba a empezar un trabajo de fin de máster de sexología basado en el estudio del útero, precisamente en la posibilidad de quedarse embarazada a través del masaje de útero, y cómo éste influye tanto en su estado, su espasticidad, rigidez y movilidad. También en el placer y en el dolor menstrual, pero en principio lo que realmente nos interesaba obviamente era la puerta que se nos abría a la posibilidad de “quedarnos embarazados” probando algo diferente, lo del placer ni nos lo habíamos planteado.
Todos nuestros intentos de embarazo habían sido hasta el momento, de forma natural, cumplía con los requisitos para ser una más en su estudio y me invitó a participar. La propuesta nos pilló tan de sorpresa que la verdad fue algo en lo que no estábamos muy seguros o más bien hablo por mí, no estaba muy segura si iba a estar preparada a experimentar. Tuve tiempo hasta el inicio del estudio para pensármelo, y promovida por la motivación de “R” finalmente me lancé a la piscina.
¿Qué coño hago aquí?
Llegó el primer encuentro con Sergio, no creo que se me olvide este día en mi vida. Recuerdo que hubo un momento en que me dije: ¡tierra trágame!, ¿dónde me he metido? Si hubiera podido esconderme en ese mismo momento no lo habría dudado.
El pudor que sentí al encontrarme allí desnuda con un desconocido al que solo había visto una sola vez en mi vida y no saber exactamente qué iba a pasar allí, hizo que fuera incapaz de relajarme, ni concentrarme en nada. Todo aquello era nuevo para mí, me sentí insegura en ese momento y para escudarme de alguna manera mi táctica fue preguntar y hablar, hablar y preguntar.
Sentí que “hurgaba” dentro de mí, no me gustó mucho la sensación, sangré de una forma diferente, como rosa (cosa normal en la limpieza de útero como me explicó Sergio), no sentí ningún tipo de placer, es más, en algunos momentos me dolió. Estaba incomoda y vino a mí un sentimiento que tenía olvidado, regresó para recordarme lo poderoso que puede llegar a ser sobre uno mismo, tanto mental como corporalmente.
Mi escasa educación sexual, los prejuicios, la falta de información y la inexperiencia más allá de lo cotidiano hicieron que sintiese que estaba haciendo algo malo, insensato, descabellado, era una situación que no sabía si iba a ser capaz de controlar, entender o aprovechar.
No paraban de entrar a mi cabeza pensamientos de culpabilidad, uno detrás de otro. Ya estaba ahí mi Pepito Grillo (tan simpático como siempre) haciendo las mil y una preguntas en plan interrogatorio: ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Esto que estás haciendo no está bien? ¿Realmente es necesario pasar por todo esto? ¿Servirá de algo?... Sufrí un gran chantaje emocional fácil de reconocer, pero difícil de controlar.
Tras la sesión recogí toda mi vergüenza y culpa y tan rápido como pude y salí de allí sin mirar atrás.
Aquello me costó media semana digerirlo. En ese momento no supe si iba a ser capaz de volver a la siguiente sesión para continuar con la terapia.
“Si el alma está preocupada en sentir vergüenza y en superarla, no puede sentir placer”. - Stendhal.
Segunda sesión
Esta vez ya sabía a lo que me exponía, tuve una semana para analizarlo y poder mentalizarme, (por lo menos en la teoría) Además, “R” seguía animándome a que continuara con la terapia, era como nuestro último cartucho que quemar antes de someternos a los tratamientos de fertilidad, que a toda costa queríamos evitar. Y eso hice, me armé de valor y regresé a mi sesión.
Y allí estaba, tumbada de nuevo en aquella camilla en manos de Sergio, siempre tan cercano y tranquilizador. Me costó relajarme mucho más de lo que creí en mi preparación mental, (la práctica siempre supera a la teoría). A ratos regresaban a mí pensamientos, alguno de ellos “encontrados”. En aquel momento me contrarié por lo que estaba sintiendo, empezaba a gustarme su masaje y eso seguro que no iba a estar bien…sentí de nuevo pudor, pudor por “sentir placer”. Había pasado de avergonzarme por el hecho de que simplemente me tocaran mis partes íntimas, a que ese hecho produjese en mí placer. El acaloramiento que me entró tras finalizar hizo que saltara de la camilla, me vistiera rápidamente y saliera de nuevo corriendo.
Era la primera vez en mi vida que experimentaba una eyaculación, medio reprimida, pero al fin y al cabo una eyaculación. Todo lo que mi cuerpo experimentó fue brutal, nunca había sentido un placer igual. Entre mi perplejidad y el sofoco no supe muy bien cómo interpretar la situación. Cuando por fin llegué al coche me empezaron a temblar las piernas de los nervios.
Durante la semana tuve remordimientos de conciencia por semejante orgasmo, como si hubiese cometido una infidelidad. Experimentar un placer tan mayúsculo (fuera de mis relaciones de pareja) había dado lugar a una controversia conmigo misma.
Estos sucesos despertaron mi curiosidad y quise saber más acerca del mundo desconocido al que me estaba adentrando y me puse a indagar acerca del sexo en general (más a fondo del femenino), la eyaculación femenina “Squirt”, glándulas de Skene, orgasmo femenino, excitación, aparato genital femenino… ¡Me sentí tan inculta sobre todo lo que leía! que mi interés crecía y crecía, cuanto más investigaba más quería aprender.
Me preguntaba por qué algo tan fisiológico, tan humano, tan natural, tan necesario, había sido tan tabú en nuestras vidas. Digo nuestras, porque obviamente es una generalidad, nunca me he puesto a hablar de sexo como quien habla de deporte, por ejemplo, pero con algo más de perspectiva y confianza, llegó el día en que me abrí a Sergio y pude hablar sin miedos ni vergüenzas de lo que estaba experimentando, aprendiendo, reconociendo… Y aquí, en este punto, entendí los pasos del camino que tenía por recorrer.
“El karma es experiencia, la experiencia crea memoria, la memoria crea imaginación y deseo, y el deseo crea de nuevo el karma”. - Deepak Chopra.
Liberarse
Después de dos sesiones más, en las que poco a poco fui desprendiéndome de mis complejos y mis vergüenzas empezaron los cambios.
Mi aletargada sexualidad estaba despertando, mi útero empezaba a destensarse, además quería experimentar otros placeres y disfrutarlos. Me di cuenta de que tenía que quitarme el armazón y librarme de los tabúes, sin miedos ni vergüenzas, para ello trabajé mentalmente, no fue nada fácil cambiar los conceptos que tenía instaurados en mi mente, pero estaba dispuesta a liberarme de verdad y fluir por el sendero que se me abría camino.
Llegué a sentir un placer inigualable, una excitación muy poderosa, tanto así que no podía ni quería parar de tener orgasmos, ni dejar de sentir aquello que me hacía sentir tan viva. Despertó en mí el deseo, viajé a la imaginación y paseé hacia el karma, sintiendo una paz inexplicable.
Liberé mi mente dejándola libre (sin esfuerzos, simplemente ocurrió, desconecté del mundo y me encontré conmigo misma, esta sensación no podría describirla exactamente, fue algo muy fuerte).
Después de ocho sesiones (dos meses) de terapia puedo decir que he conseguido conocerme mucho más sexualmente y mejor interiormente, la confianza y tranquilidad que me ha dado Sergio ha hecho posible el recorrido.
“No somos responsables por las emociones, sino por lo que hacemos con las emociones”. - Jorge Bucay.
El despertar de las energías. Camino a la consciencia.
Estamos programados desde que nacemos, social e individualmente. Nos han instaurado ciertos comportamientos que debemos valorar como “correctos” o “incorrectos” y actuar en consecuencia para vivir sin remordimientos.
Cuando vislumbras por primera vez tu propia consciencia lo percibes a la primera, sin titubeos.
Es entonces cuando sin esfuerzos desaparecen los pensamientos invasivos e incesantes para encontrarte contigo en el “ahora”, disponiendo del presente, sin prejuicios, sin pudores, sin roles, sin egos, sintiendo tu propia presencia.
Los cambios nacen de lo más profundo de nuestro ser y al cambiar nosotros, cambiamos el mundo que nos rodea, pero hay que trabajar en ello y eso es lo realmente difícil de conseguir para seguir creciendo.
Me encuentro en el punto de partida de un largo camino por recorrer, pero ya noto los beneficios de los primeros pasos.
“Nadie tiene el poder de dar dos pasos a la vez; solo puedes dar un paso a la vez”. – Osho.
Nos ponemos tantos objetivos y metas en la vida que se nos olvida lo realmente importante de verdad. Tener deseos puede ayudarte a cambiar la vida, pero cambiar la vida es la mejor forma de alcanzar tus deseos.»
Muyyyyyy interesante soy nueva seguidora y todo el tema del sexo me apasiona
Muchas gracias!